El proyecto del museo -pensado por el director de la Biblioteca Nacional, el sociólogo y ensayista Horacio González- está inspirado en el Museo de la Lengua Portuguesa, ubicado en la ciudad de San Pablo, Brasil, la versión local, a otra escala, es una novedad continental.
En la planta baja ("El territorio del idioma"), el objetivo será "señalar los procesos históricos más profundos que modificaron las lenguas utilizadas mediante paneles expositivos, archivos sonoros y mapas", así como "exponer el carácter plural y constitutivamente heterogéneo de la cultura nacional, y exponer de manera crítica las políticas restrictivas de la pluralidad popular".
En el primer piso ("Los libros"), se trata de "mostrar un conjunto de libros organizados alrededor de distintos temas: tecnologías de impresión, traducciones, pedagogía política, ciencias y descubrimientos, cronistas y viajeros, risas y parodias, libros infantiles, el Martín Fierro y su crítica, editores europeos en la Argentina, nuevos públicos".
En este caso, la exposición estará ordenada según ejes temáticos, y contemplará tres niveles de investigación: la creación, la producción y la recepción.
En el segundo piso ("Sala de exposiciones temporarias: el mundo de las palabras") se implementará "un dispositivo tecnológico -realizado con proyectores, computadoras y sensores- que permita la proyección lumínica de palabras y textos, móviles en relación a la circulación del visitante", y cuyo contenido textual variará con cada exposición temporaria.
El museo cuenta con un auditorio equipado como sala de conferencias y de proyecciones audiovisuales. La programación estará ligada a la profundización de los temas tratados en las distintas salas del museo y estará ligada a dos políticas centrales del mismo.
Por un lado, incentivar el lazo con las instituciones escolares y el desarrollo de estrategias pedagógicas respecto de la cultura argentina. Y por el otro, la de constituirse como un centro de investigación sobre la lengua, ligado a la red de universidades del país entero.