Los datos abiertos son aquellos que pueden ser utilizados, reutilizados y redistribuidos libremente por cualquier persona. No deben ser alterados y deben compartirse de la misma manera en que aparecen. Están disponibles como un todo, son de fácil reproducción y no tienen restricciones para su uso, ya que posibilitan la participación universal de la reutilización de la información.

Se basan en la premisa de que al abrir el acceso a un dato, su valor y su utilización se potencian. De esta manera se aspira a desarrollar un ecosistema de datos y aplicaciones útiles a la sociedad a través de su aprovechamiento por parte de todos sus sectores.

Sin embargo, no sólo el Estado puede abrir sus datos: empresas, organizaciones, agencias o centros de investigación y comunidades de información que producen o mantienen datos pueden ponerlos a disposición, siempre en formatos abiertos y bajo licencias libres. Todo esto dado a que se trata de información que pertenece a la sociedad, que ha sido generada u obtenida por administraciones públicas financiadas por la misma ciudadanía.