La cinematografía lusa parece expresarse a simple vista en dos polos opuestos.

Por un lado, un cine del artificio que suele devenir, a fuerza de su teatralidad, en una especie de relato sobre la puesta en escena de la ficción.

Por otro lado, el cine portugués parece orientarse hacia un registro documental casi dogmático que termina reposando, en base a su austeridad, en el ingenio del montaje, mayoritariamente heredero de las estructuras de la literatura de ficción.

Entre estas ficciones que acceden al documental y estos documentales que revelan su ficción resaltan en la historia del cine luso dos realizadores que representan un balance perfecto entre estos polos estéticos. Uno de ellos fue el cofundador del Cinema Novo Paulo Rocha (1935-2012), y el otro, el aclamado director Pedro Costa.

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