En Argentina cada vez que alguien se gradúa de la universidad los amigos y compañeros lo esperan en la puerta de la institución para tirarle huevos, harina e incluso mezclas para festejar su logro. Pero el 22 de junio la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) decidió finalizar esa tradición por considerar que se desperdician muchos alimentos y ofreció festejar con cotillón.
La Facultad de Ciencias Económicas de la UBA planteó la idea de que en lugar de festejar la graduación de alguien tirando alimentos, se empiece a hacer con papel picado, serpentina y espuma. “La Facultad de Ciencias Económicas intentará proponer desde mañana un nuevo festejo, que combina cambio cultural con solidaridad” explicaba un comunicado de su página web oficial publicado el 22 de julio.
La propuesta “Festejos Responsables. Recibite con un 10” consiste en que las personas en lugar de tirar alimentos, puedan llevarlos hasta la UBA donde procederán a donarlos a comedores a través de la Red Solidaria, y a cambio les darán papel picado, serpentina y espuma para que celebren los recibimientos.
“Si le preguntás a la gente no sabe responder porqué lo hace. Ojalá podamos generar un cambio cultural que se extienda a otras universidades. Es una responsabilidad que nos debemos como comunidad en general”, explicó Federico Saravia, secretario de bienestar cultural de la Facultad de Ciencias Económicas en el mismo comunicado.
A su vez explicó que se estima que se tiran a la basura 7.000 kilos de alimentos por año en los festejos por los recibimientos de la UBA. Desde que se implementó la propuesta ya recolectaron dos toneladas de comida.
El objetivo final es que poco a poco todas las universidades procedan a implementar un cambio similar hasta que finalmente se alcance un verdadero cambio cultural. Hasta el momento las facultades de Derecho y Medicina de la UBA, y la Universidad Nacional del Litoral (UNL) ya les pidieron el proyecto de resolución con la idea de replicarlo.
“Creemos que el cambio es posible. Antes se fumaba en los bares y en las aulas. Parecía imposible cambiarlo y sin embargo se logró. Creo que esto es mucho más sencillo y parece increíble que esta tradición siga”, concluyó Saravia.