De esta manera, los países signatarios de la Convención de Ramsar han querido simbolizar la importancia de los bienes y servicios que nos brindan los humedales, como sistemas ecológicos complejos e interrelacionados, que actúan como reguladores del ciclo del agua y los nutrientes, en el control de inundaciones y sequías, en la provisión de agua, como refugio de la vida silvestre y en la regulación del clima.

En nuestro país existe una gran diversidad y abundancia de humedales distribuidos a lo largo y ancho de todo el territorio. A modo de ejemplo, pueden mencionarse las lagunas salinas de la Puna, la llanura aluvial del Río Paraná, incluyendo el Delta, los esteros y bañados de la Región Chaqueña, las lagunas de la Pampa Húmeda, las costas de agua dulce y salobre del Río de la Plata, la costa marina desde las playas de arena de la provincia de Buenos Aires hasta los acantilados y playas de canto rodado de la Patagonia, y las turberas de Tierra del Fuego.

La Convención de Ramsar propicia el uso racional de los humedales y establece la creación de una Lista de Humedales de Importancia Internacional (Sitios Ramsar), que son designados por los países según criterios ecológicos, botánicos, zoológicos, limnológicos o hidrológicos.

En nuestro país existen hasta la fecha 19 Sitios Ramsar, totalizando una superficie de 5.318.136 has. de ambientes diversos, tales como lagunas altoandinas, zonas costeras marinas, lagunas endorreicas y cuencas hidrográficas, todas ellas de gran relevancia por su diversidad biológica, sus características hidrológicas y su importancia para las comunidades locales.

La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo en agosto de 2002, instó a que se difundieran algunas estadísticas alarmantes: 1.100 millones de personas no tienen acceso a agua dulce segura, 1.700 millones viven en zonas en donde el agua es escasa y 1.300 millones viven en condiciones de pobreza extrema.